Si algo caracteriza patrimonialmente a la provincia de Alicante son sus numerosos castillos. Repartidos a lo largo de su orografía, uno de los más imponentes es el de Biar, declarado monumento nacional desde 1931. Desde aquí arranca una ruta que rodará durante 114 kilómetros hasta llegar a la costa.
El siguiente paso de la ruta es el de Banyeres de Mariola, localidad que también cuenta con un castillo y una ermita neogótica dedicada a San Jorge.
Más adelante, el puerto de montaña que une Castell de Castells con Tàrbena hace llegar a las motos a Sa Creueta, un paso muy frecuentado por los ciclistas. Es la antesala del mirador de Ses Dues Marines. En esta localidad de Tàrbena es difícil quedarse con alguna panorámica por encima de otra.
Un descenso vertiginoso lleva la ruta a Bolulla y Callosa d’En Sarrià, tramo que comparte esta con la ruta 5 de Toring Alicante Interior. La sierra de Bèrnia y sus aves rapaces otean el circo de montañas junto a la carretera del itinerario.
Buscando el sur, el asfalto lleva las motos hasta Polop, cuyos orígenes se remontan a la cultura íbera. La Plaza de los Chorros y sus numerosos caños forman una estampa de fotografía al paso por este municipio.
Si se hicieran carreteras a propósito para el disfrute del touring, un buen ejemplo sería el de estas carreteras del interior de la provincia. Desde Polop, el camino va buscando la perla blanca de Alicante, la población de Altea. Uno de sus puntos más curiosos es el contraste de su blancura con la policromía de la iglesia ortodoxa rusa de San Miguel Arcángel.
Este es el punto y final de una ruta cuyo premio final es disfrutar del eterno sol alicantino y su todavía más infinita gastronomía. Todo, con el mar y la montaña a un paso.
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