Un total de 125 kilómetros tiene esta ruta cuyo inicio se encuentra en un entorno natural magnífico: la Font Roja. Desde la plaza del santuario ubicado en lo alto de la sierra, los motores empiezan a rugir. Las primeras curvas van en busca de la población de Onil.
Dejando atrás la localidad pionera en la fabricación de muñecas y juguetes desde el siglo XIX, las motos ruedan hasta Castalla. El conjunto patrimonial de este municipio agrupa bienes culturales, naturales e históricos cuyo máximo exponente es el castillo que lo aguarda. La fortificación del siglo XI se sitúa cerca de Xorret de Catí, una zoña montañosa declarada paisaje protegido de las sierras del Maigmó y El Cid.
La ruta lleva las motos hasta otro castillo, el de Petrer. El monumento corona el centro histórico de la población y controla visualmente gran parte del valle del Vinalopó. Este fuerte data del siglo XII, momento en el que los musulmanes habitaban la zona, pero que más tarde cayeron ante el avance de las tropas castellanas y aragonesas.
Cerca de Petrer y siguiendo un camino repleto de edificaciones históricas, la ruta llega hasta el santuario de Santa María Magdalena, en Novelda. Este edificio religioso es de estilo modernista, obra del ingeniero José Sala. Es un lugar más que ideal para fotografiar la moto junto a las bellas formas que recuerdan a las creaciones de Antonio Gaudí.
Más tarde, el paso por la localidad turronera de Xixona también ofrece la posibilidad de observar la belleza de su castillo y el encanto de sus calles.
El último tramo es el que encara la búsqueda del cielo. La carretera se aleja del interior de la provincia para llegar hasta el Balcón de Alicante, una atalaya pétrea que se eleva 995 metros sobre el nivel del mar. Desde allí, las vistas del Maigmó son inigualables y sirven de final perfecto a los 125 kilómetros de recorrido.
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